Contemplando el concepto de “ascensión” la mayoría de la gente en el mundo Cristiano suele asociarlo con el último periodo de vida de Jesús. De acuerdo con la doctrina Cristiana, él fue el único quien ascendió, “El Hijo Unigénito de Dios”. Eventualmente la transición de María es llamada la “asunción” obviamente con el fin de hacer el camino de Jesús, único.
Sin embargo, uno puede dudar que este gran avatar venga al planeta y haya pasado a través de profundas iniciaciones para cumplir una meta que nadie más puede alcanzar. Más bien, él le otorgó humanidad a un sendero de vida coronado con este ritual que puede lograr toda alma viviente.
¿Qué fue exactamente lo que Jesús tuvo que hacer para alcanzar esta meta? Ciertamente tuvo que merecerlo y no darlo por sentado. A pesar que Jesús encarnó con más del 90 % de su karma saldado, tuvo que cumplir todos los requisitos de la Ley –lo cual es regla para todos, sin excepción- para poder unirse con el Padre y literalmente convertirse en uno con Él. En los tiempos de Jesús se requería equilibrar el 100 % del karma. Sin embargo, en el siglo veinte, gracias a la misericordia de Dios, este requisito fue reducido al 51 % y a un alma le es dada la oportunidad de equilibrar el resto de su karma en los niveles etéricos en servicio a la Tierra y sus evoluciones. Sin embargo, los otros requisitos no han cambiado a lo largo de millones de años: el candidato debe cumplir su plan divino –o propósito de vida divino e individual-, como así también sintonizar su ser con Dios en todos los niveles
A pesar de la lista de requerimientos, su cumplimiento no significa que se tendrá garantizada la ascensión. No es algo que uno puede “comprar” mediante un seguimiento ciego de la letra de la ley. Es siempre una gracia Divina, el regalo más preciado del Señor a su amado Hijo o Hija. Es el ritual de la reunión definitiva con Dios- la Presencia YO SOY dentro de ti- y el final de un viaje que puede haber llevado más de cientos y de miles de encarnaciones en la Tierra.
Sin embargo, no es el fin de todas las cosas para el alma, sino más bien un paso evolutivo, que hace de un ser humano un Maestro Ascendido, y de ahora en adelante, hasta el siguiente paso una de sus tareas será ayudar a la gente de la Tierra en su sendero de la ascensión.
Ciertamente, reunirse con su Presencia Divina es la Voluntad de Dios para todas las almas, por lo tanto, el ejército de las Huestes Celestiales permanecen con nosotros para finalmente vernos ganar la victoria definitiva. Una de las maneras que nos permitirá entender este sendero es estudiar la vida de los santos, de Jesucristo, de Buda Gautama o de los más recientes de Santa Teresita de Lisieux, de Padre Pío, de Madre Teresa, entre tantos otros. Estos registros proporcionan claves para las iniciaciones en el sendero y de cómo pasarlas en el mundo moderno.